REALIDAD
Dos cifras claves relacionadas entre sí:
El
número Pi, representado por:
Pi,
3.14159... y hasta un trillón de dígitos
Representa
a las matemáticas como lenguaje de la Naturaleza y confirma que todo
lo que nos rodea puede representarse y comprenderse a través de
los números. Si plasmas en gráficas o dibujos los números,
aparecen las formas. Los números han sido a lo largo de la historia
y a través de todas las culturas una herramienta usada para plantear
preguntas filosóficas fundamentales. Cada una de las 22 letras del
alfabeto hebreo tiene un valor “contable” por medio del cual
puede ser calculado el valor numérico de cada palabra.
Uno
de las siete disciplinas del estudio de la Torah mencionadas en
el Zohar o
Libro del Esplendor es
la Guematria,
el estudio del valor numérico de las palabras, y los sabios muy a
menudo basan sus interpretaciones de significado en el valor que
arrojan: palabras, letras y frases completas.
El
Número Dorado, La Divina Proporción, La Sección Aurea
representada por:
(v5
+ 1) / 2 = 1,618034... (Phi)
Esta
cifra se encuentra con sorprendente frecuencia en las estructuras
naturales así como en el arte y la arquitectura, representa la
armonía de la proporción entre longitud y anchura y tiene un valor
aproximado de: 1,618. Sus características son la causa de que El
Número Dorado haya sido considerada históricamente como divino en
sus significados. Tan divino como que los antiguos griegos, creyeron
que la asimilación de esta proporción podría ayudar a acercarse
a Dios: Dios «estaba» en esa cifra. Creían
que la proporción constituía la belleza en estado puro y que
constituía el criterio en el que se debía inspirar el arte y la
arquitectura griegas; Las medidas, dictadas del Templo de Jerusalén, el diseño
del Partenón están basado en esta proporción, como también el
vértice de la Gran Pirámide de Keops en Guiza, por citar sólo tres ejemplos. En la Edad Media, la sección
áurea era confirmada como de origen divino: se creía que encarnaba
la perfección de la Creación. Los artistas del Renacimiento la
empleaban como encarnación de la lógica divina. Pintores desde
Vermeer y Mondrián hasta Dalí han plasmado en sus obras la proporción, que
también se encuentra presente en una enorme cantidad de composiciones clásicas musicales. PI
como “Número Áureo” posee una importante conexión con La
Espiral como expresión del movimiento que da origen a la Creación.
La espiral es una de las representaciones que aparecen con mas
insistencia en casi todas las culturas; muchos científicos e
investigadores entre ellos Mircea Eliade aseguran que la espiral es
el símbolo propio de la creación y de todo el Universo. Desde las
galaxias hasta la representación del ADN, pasando por la concha de
un caracol, toman la forma de la espiral, parece reconocido que la
naturaleza elige manifestarse asiduamente en forma de espiral
incluso, a veces violenta como en la formación de ciclones y
tornados hasta desembocar mas allá de la naturaleza en la misma Espiral del Conocimiento. Es
la formación de la llamada Espiral Dorada que incluso se encuentra
en la forma, (hombre de Vitruvio pintado por Leonardo Da Vinci) y composición del cuerpo humano (ej. oído interno) . En geometría su factor de
crecimiento es Pi y puede desarrollarse o tomar forma a través de la
secuencia de Fibonacci, cuyos números sirven para interconectar
formas de la naturaleza desde el número de ramas de un árbol, disposición de los petalos de las flores hasta
las proporciones del cuerpo humano.
FICCION
O NO TAN FICCION
La
mayoría de los conceptos desarrollados arriba se exponen en una
pelicula de Darren Arenofsky cuyo nombre es PI.
PI
no es simplemente una película, es la dramatización de unas
evidencias, de unas creencias y de algo tan real que, dejando aparte
las neuras del personaje protagonista, el resto podría resultar un
documental o un interesante estudio de las propiedades que arrojan
los números.
El nombre de la
cinta: “Phi” se corresponde con el Phi de la constante matemática
explicado arriba.
Darren
Arenofsky debutó como director con esta cinta que algunas fuentes en
su momento calificaron como experimental y otras como surrealista. De
experimental quizás solo tenga la parte técnica, de surrealista
tiene muy poco. Quizás cierto parecido de una escena en la que el
protagonista a punto de volverse loco tiene una visión en la que
pretende hacerse una trepanación con una pistola taladradora y la
escena de Un perro andaluz de Dalí y Buñuel en la que el ojo de la
protagonista pretende cortarse con una cuchilla.
La trama es muy
interesante ya que revela interesantes teorías, algunas de ellas
ocultas y que oficial o aparentemente son secretas pero que se sabe
que existen en la realidad. Da la sensación de que lo que Arenofsky
revela es “casual” o debido a un guión. Pero la realidad
confirma no solo la realidad que muestra en la película sino que
puede existir mucho más. En la misma el protagonista explica la
relación existente entre los números de Fibonacci y la Sección
Áurea.
Max, un joven que
vive prácticamente aislado pero rodeado de artefactos tecnológicos
avanzados y alguna que otra hormiga, realiza predicciones de
cotizaciones de bolsa en Wall St. Un día el ordenador se colapsa y
arroja una cifra en principio sin sentido pero sólo en principio ya
que al dividir los 216 números mostrados en la pantalla entre 10,
resultó una predicción totalmente exacta. Max tiene la teoría de
que todo en la naturaleza puede entenderse en términos de números,
para ello su objetivo es encontrar un número clave que le abriría
el conocimiento del patrón universal encontrado en la naturaleza.
Está particularmente atraído por la forma de las espirales, y
progresivamente se le van abriendo unos conocimientos ante los cuales
su antiguo profesor le pide prudencia y que abandone por haber pasado
previamente él por la misma situación. Le advierte que hay lineas
que no deben traspasarse.
Por
si fuera poca la paranoia que el protagonista tiene de por sí.
“Casualmente” un día conoce a un judío hasídico que
“casualmente” también realiza cálculos matemáticos pero
vinculando los valores numéricos del alfabeto hebreo con la
composición de la Torah tratando de descifrar un supuesto código
místico sugerido por el mismo Dios existente en su redacción y
ordenamiento, convence a Max para participar en la investigación y descubren que las secuencias de Fibonacci
encajan parcialmente en la teoría y con la ayuda de un poderoso
segundo chip consigue un segundo colapso del ordenador tras obtener
un número tras el que la gente de Wall St. Supone se esconde el
poder y la clave definitiva para manipular los mercados financieros y
los judíos hasídicos suponen como la clave para instaurar la nueva
era mesiánica ya que ese número representaría el nombre
impronunciable de Dios según la Torah. El protagonista acude a casa
de su maestro a contarle el descubrimiento, el cual ha muerto y entre
sus cosas encuentra un papel en el que figura el mismo número, que
Max ha conseguido. En ese momento sufre otra terrible crisis de
dolores de cabeza y entiende que sus dolores están relacionados con
las investigaciones por lo cual sigue el consejo de su maestro:
destruye el número, pero el número no lo destruye a él, ya que, en
paz y en un parque se le acerca su pequeña vecina con una
calculadora para que le resuelva de cabeza la operación 748 dividido por
238, cuyo resultado es una aproximación a PI, la película acaba con
un plano de las ramas de un árbol cuyo número puede calcularse con
la secuencia Fibonacci.
Esta película es un ejercicio de inteligencia del que cada espectador debe
sacar su propia conclusión, no obstante independiente de cual sea
esa opinión, no cabe duda que estamos ante un juego de enigmas y
ante un documento muy interesante disfrazado de espectáculo.