jueves, 10 de octubre de 2013

PI o la búsqueda de Dios a través de los números. Realidad o Ficción

PI o la búsqueda de Dios a través de los números.




REALIDAD


Dos cifras claves relacionadas entre sí:


El número Pi, representado por:


Pi, 3.14159... y hasta un trillón de dígitos
Representa a las matemáticas como lenguaje de la Naturaleza y confirma que todo lo que nos rodea puede representarse y comprenderse a través de los números. Si plasmas en gráficas o dibujos los números, aparecen las formas. Los números han sido a lo largo de la historia y a través de todas las culturas una herramienta usada para plantear preguntas filosóficas fundamentales. Cada una de las 22 letras del alfabeto hebreo tiene un valor “contable” por medio del cual puede ser calculado el valor numérico de cada palabra.
Uno de las siete disciplinas del estudio de la Torah mencionadas en el Zohar o Libro del Esplendor es la Guematria, el estudio del valor numérico de las palabras, y los sabios muy a menudo basan sus interpretaciones de significado en el valor que arrojan: palabras, letras y frases completas.

El Número Dorado, La Divina Proporción, La Sección Aurea
representada por:

(v5 + 1) / 2 = 1,618034... (Phi)

Esta cifra se encuentra con sorprendente frecuencia en las estructuras naturales así como en el arte y la arquitectura, representa la armonía de la proporción entre longitud y anchura y tiene un valor aproximado de: 1,618. Sus características son la causa de que El Número Dorado haya sido considerada históricamente como divino en sus significados. Tan divino como que los antiguos griegos, creyeron que la asimilación de esta proporción podría ayudar a acercarse a Dios: Dios «estaba» en esa cifra. Creían que la proporción constituía la belleza en estado puro y que constituía el criterio en el que se debía inspirar el arte y la arquitectura griegas; Las medidas, dictadas del Templo de Jerusalén, el diseño del Partenón están basado en esta proporción, como también el vértice de la Gran Pirámide de Keops en Guiza, por citar sólo tres ejemplos. En la Edad Media, la sección áurea era confirmada como de origen divino: se creía que encarnaba la perfección de la Creación. Los artistas del Renacimiento la empleaban como encarnación de la lógica divina. Pintores desde Vermeer y Mondrián hasta Dalí han plasmado en sus obras la proporción, que también se encuentra presente en una enorme cantidad de composiciones clásicas musicales. PI como “Número Áureo” posee una importante conexión con La Espiral como expresión del movimiento que da origen a la Creación. La espiral es una de las representaciones que aparecen con mas insistencia en casi todas las culturas; muchos científicos e investigadores entre ellos Mircea Eliade aseguran que la espiral es el símbolo propio de la creación y de todo el Universo. Desde las galaxias hasta la representación del ADN, pasando por la concha de un caracol, toman la forma de la espiral, parece reconocido que la naturaleza elige manifestarse asiduamente en forma de espiral incluso, a veces violenta como en la formación de ciclones y tornados hasta desembocar mas allá de la naturaleza en la misma Espiral del Conocimiento. Es la formación de la llamada Espiral Dorada que incluso se encuentra en la forma, (hombre de Vitruvio pintado por Leonardo Da Vinci) y composición del cuerpo humano (ej. oído interno) . En geometría su factor de crecimiento es Pi y puede desarrollarse o tomar forma a través de la secuencia de Fibonacci, cuyos números sirven para interconectar formas de la naturaleza desde el número de ramas de un árbol, disposición de los petalos de las flores hasta las proporciones del cuerpo humano.




FICCION O NO TAN FICCION

La mayoría de los conceptos desarrollados arriba se exponen en una pelicula de Darren Arenofsky cuyo nombre es PI.

PI no es simplemente una película, es la dramatización de unas evidencias, de unas creencias y de algo tan real que, dejando aparte las neuras del personaje protagonista, el resto podría resultar un documental o un interesante estudio de las propiedades que arrojan los números.
El nombre de la cinta: “Phi” se corresponde con el Phi de la constante matemática explicado arriba.
Darren Arenofsky debutó como director con esta cinta que algunas fuentes en su momento calificaron como experimental y otras como surrealista. De experimental quizás solo tenga la parte técnica, de surrealista tiene muy poco. Quizás cierto parecido de una escena en la que el protagonista a punto de volverse loco tiene una visión en la que pretende hacerse una trepanación con una pistola taladradora y la escena de Un perro andaluz de Dalí y Buñuel en la que el ojo de la protagonista pretende cortarse con una cuchilla.
La trama es muy interesante ya que revela interesantes teorías, algunas de ellas ocultas y que oficial o aparentemente son secretas pero que se sabe que existen en la realidad. Da la sensación de que lo que Arenofsky revela es “casual” o debido a un guión. Pero la realidad confirma no solo la realidad que muestra en la película sino que puede existir mucho más. En la misma el protagonista explica la relación existente entre los números de Fibonacci y la Sección Áurea.

Max, un joven que vive prácticamente aislado pero rodeado de artefactos tecnológicos avanzados y alguna que otra hormiga, realiza predicciones de cotizaciones de bolsa en Wall St. Un día el ordenador se colapsa y arroja una cifra en principio sin sentido pero sólo en principio ya que al dividir los 216 números mostrados en la pantalla entre 10, resultó una predicción totalmente exacta. Max tiene la teoría de que todo en la naturaleza puede entenderse en términos de números, para ello su objetivo es encontrar un número clave que le abriría el conocimiento del patrón universal encontrado en la naturaleza. Está particularmente atraído por la forma de las espirales, y progresivamente se le van abriendo unos conocimientos ante los cuales su antiguo profesor le pide prudencia y que abandone por haber pasado previamente él por la misma situación. Le advierte que hay lineas que no deben traspasarse.
Por si fuera poca la paranoia que el protagonista tiene de por sí. “Casualmente” un día conoce a un judío hasídico que “casualmente” también realiza cálculos matemáticos pero vinculando los valores numéricos del alfabeto hebreo con la composición de la Torah tratando de descifrar un supuesto código místico sugerido por el mismo Dios existente en su redacción y ordenamiento, convence a Max para participar en la investigación y descubren que las secuencias de Fibonacci encajan parcialmente en la teoría y con la ayuda de un poderoso segundo chip consigue un segundo colapso del ordenador tras obtener un número tras el que la gente de Wall St. Supone se esconde el poder y la clave definitiva para manipular los mercados financieros y los judíos hasídicos suponen como la clave para instaurar la nueva era mesiánica ya que ese número representaría el nombre impronunciable de Dios según la Torah. El protagonista acude a casa de su maestro a contarle el descubrimiento, el cual ha muerto y entre sus cosas encuentra un papel en el que figura el mismo número, que Max ha conseguido. En ese momento sufre otra terrible crisis de dolores de cabeza y entiende que sus dolores están relacionados con las investigaciones por lo cual sigue el consejo de su maestro: destruye el número, pero el número no lo destruye a él, ya que, en paz y en un parque se le acerca su pequeña vecina con una calculadora para que le resuelva de cabeza la operación 748 dividido por 238, cuyo resultado es una aproximación a PI, la película acaba con un plano de las ramas de un árbol cuyo número puede calcularse con la secuencia Fibonacci.

Esta película es un ejercicio de inteligencia del que cada espectador debe sacar su propia conclusión, no obstante independiente de cual sea esa opinión, no cabe duda que estamos ante un juego de enigmas y ante un documento muy interesante disfrazado de espectáculo.


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