Sobre La
Fortuna.
Es curioso observar, que en prácticamente todos los textos antiguos
y modernos en los que se encuentran referencias, bien al destino bien
a la fortuna, siempre están escritos en mayúscula, es como si al
referirse a ellos, a los humanos nos quedase un rastro de paganismo
que nos hiciera respetar o adorar inconscientemente a esos “dioses”
o al menos mostrarles el debido respeto por temor a sus represalias,
sin embargo, nadie a lo largo de los siglos ha podido desentrañar la
menor relación causa/efecto para conseguir los favores de ambos. El
Destino y La Fortuna, buen matrimonio pero bastante envidiado por la
humanidad, no comprendido, bastante cuestionado y por ello odiado.
Muchos alegan que la fortuna y el destino se los busca uno mismo, lo
que es un argumento muy discutible, otros muchos muestran su
confusión, su desacuerdo con la pareja destino/fortuna y
posiblemente la mayoría su lamento o queja por su indiferencia. Por
este orden, a continuación relato una fábula en la que intento
reflejar que la fortuna y el destino son ajenos a nuestras acciones,
es decir, refleja “la confusión”, un comentario de Apuleyo
extraído de su obra El Asno de Oro como ejemplo del “desacuerdo”,
y finalmente quizás la más celebre queja desde los tiempos
medievales hasta hoy. El O Fortuna de los Carmina Burana. No
obstante, es evidente que, como dice el refrán: “cada uno pinta la
feria según le va”.
Fábula de los
dos gatos -Confusión-
Hallábanse
dos hambrientos gatos en la orilla de un riachuelo,
acechaban
a los peces que tranquilamente nadaban protegidos de su amenaza por
las aguas,
en la
orilla también se encontraba un sapo que contemplaba la escena.
Viendo
que simplemente miraban y esperaban , el sapo les dijo:
"moriréis
de hambre con vuestra actitud; los peces no saldrán del agua a
echarse en vuestras garras.
Si
queréis alimentaros tendréis que entrar en el río, y perseguirlos
hasta darlos caza".
Los
dos gatos encontraron muy sensato el consejo del sapo, así que
decidieron arrojarse al agua.
Tan
pronto como lo hicieron, los peces escaparon hacia donde la corriente
era más profunda. los gatos intentaron seguirlos pero se vieron
arrastrados por las impetuosas aguas, golpeados contra las piedras
pero finalmente, maltrechos, consiguieron con mil esfuerzos volver a
la orilla, de donde el sapo ya había desaparecido.
Si
permanecemos quietos, -dijo uno de los gatos a su compañero- no
llega nuestro sustento. Si intentamos conseguirlo, casi morimos en
nuestro intento, si escuchamos consejo, no siempre es el que
conviene.
Como
a los dos gatos, así nos trata la fortuna en la vida cuando se
muestra esquiva.
¿Y
ahora, qué? decían los gatos ¿ Y ahora, qué? (decimos nosotros).
La
Fortuna según Apuleyo (De El Asno de Oro) -desacuerdo-
(...)
Me venía a la mente que no en vano los sabios de la remota
Antigüedad habían imaginado a la Fortuna ciega y hasta sin ojos:
siempre reserva sus favores a los malvados que menos lo merecen; el
sano juicio nunca preside a su elección entre los mortales; al
contrario, se inclina preferentemente por las compañías que debiera
evitar y de las que se mantendría alejada si fuera evidente; y lo
peor de todo, en fin, es que nos reparte la buena o mala fama al azar
o, mejor dicho, al revés: el malo luce el título de hombre virtuoso
y, al contrario, el más inocente suele recibir los palos que
corresponderían a los criminales.
O
Fortuna de los Carmina Burana -lamento-
I
¡Oh
fortuna!
Como
la luna
de
estado cambiante,
siempre
creciente
o
menguante.
Vida
detestable,
la
que ahora endurece
y
luego restablece
en su
juego la agudeza de la mente;
la
pobreza,
el
poder
como
la nieve los disuelve.
II
Destino
cruel
y
vano
rueda
tú que giras,
situación
mala,
salud
vana,
siempre
inestable,
ensombrecida
y
velada,
contra
mí también te encaminas;
ahora
la espalda desnuda
llevo
por burla
de tu
inquina.
III
De mi
salud
y mi
virtud
el
destino ahora me es adverso;
mis
deseos
y mis
carencias
siempre
están en su dependencia.
Ahora
y
sin
demora
las
cuerdas ya afinad,
pues
el azar abate
al
fuerte,
¡todos
conmigo llorad!
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