Despues de que hubiera transcurrido
bastante tiempo sin que la comunidad hebrea hubiera sufrido violencia
ni acusaciones malintencionadas, el rabino Löw convocó a su yerno
Jizchak, el levita y a su discípulo Jacob – que fueron sus
ayudantes en la creación de el Golem – y les habló así:” El
Golem ya no nos es necesario, pues ya no sufrimos ni violencia ni se
nos acusa de ningún delito de sangre; por lo tanto lo haremos
desaparecer”.
Esa escena tenía lugar a comienzos del
años 1593. El rabino Löw ordenó al Golem que esa noche no
durmiera en las dependencias del rabí, sino que instalara su cama en
el desván de la Sinagoga Altneu y pasara la noche allí.
Al dar las dos de la madrugada, se
presentaron en la Sinagoga, los convocados, (su yerno y Jacob, el
levita), y preguntaron al rabí, si los restos de El Golem, se
convertirían tras su destrucción en podredumbre como en los demás
muertos. Esta pregunta era muy importante porque, de ser así, el
levita no podía participar lícitamente en la destrucción de el
Golem. El rabino respondió negando este extremo y los tres hombres
subieron al desván de la Sinagoga Altneu donde dormía el Golem.
Allí los tres se pusieron manos a la
obra para la destrucción de la criatura, procediendo de modo
totalmente inverso a como lo habían creado. Si entonces se situaron
a los pies de aquél frente a su cabeza, ahora se colocaron junto a
su cabeza mirando a los pies. También leyeron al revés el texto del
Libro del Génesis y tras actuar de esta forma, el Golem quedó como
un rígido terrón de barro como lo había sido antes de dotarle de
vida. A continuación desvistieron al Golem, dejándolo sólo con la
camisa puesta y quemaron el resto de sus vestiduras. Por último
cubrieron al Golem inerte con viejos mantos litúrgicos y restos de
libros que, según la costumbre se guardaban en el desván de la
aljama.
A la mañana siguiente, en las calles
de la judería se corrió la voz de que el Golem se había escapado
por la noche de la ciudad. Solo pocas personas conocían la verdad de
lo sucedido. El rabino Löw ordenó que en todas las sinagogas y
oratorios se anunciara la severa prohibición de subir bajo
cualquier pretexto al desván de la Sinagoga Altneu.
En adelante los restos de libros y
otros objetos de culto ya no podrían guardarse en aquel lugar.
Y así hasta nuestros días El Golem
vive a través de los siglos a través de su leyenda y de la
incógnita y misterio que rodea el desván de la Sinagoga Altneu de
Praga. ¿Se encuentran todavía allí sus restos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario