domingo, 6 de julio de 2014

Sentencias de Sabiduría en El Corán II


En el Sagrado Corán, aparte de su gran carga espiritual y emocional existe, como todos sabemos, una faceta de formación del hombre, digamos “práctica” que es una auténtica guía de auto-ayuda y comportamiento para las situaciones que se nos presentan en la vida diaria. Esta es una humilde selección, posiblemente ni están todas las que son, ni son todas las que están. Con la Sura 2 pretendo iniciar una serie de sentencias de sabiduría, extrayendo aquellas Aleyas o partes especificas de las mismas donde el Profeta (La Paz sea con él) nos dedica sentencias que de un sólo vistazo ayudan, sin duda a convertirnos en mejores personas. El texto de referencia es la versión castellana de Julio Cortés.

En el Nombre de Dios el Compasivo el Misericordioso.

(Quienes sigan Mi dirección no tendrán que temer y no estarán tristes.2:38) .

Sura 2
Al-Báqarah (La Vaca)



2:42 .¡No disfracéis la Verdad de falsedad, ni
ocultéis la Verdad conociéndola!

2:151. Igual que os hemos mandado un Enviado
de entre vosotros para que os recite Nuestras
aleyas, para que os purifique, para que os
enseñe la Escritura y la Sabiduría, para que os
enseñe lo que no sabíais.

2:153¡ Vosotros, los que creéis, buscad ayuda
en la paciencia y en la azalá! Dios está con los
pacientes.

2:155. Vamos a probaros con algo de miedo, de
hambre, de pérdida de vuestra hacienda, de
vuestra vida, de vuestros frutos. Pero ¡anuncia
buenas nuevas a los que tienen paciencia,

2:165. Hay hombres que, fuera de Dios, toman a
otros que equiparan a Él y les aman como se
ama a Dios. Pero los creyentes aman a Dios
con un amor más fuerte. Si vieran los impíos,
cuando vean el castigo, que la fuerza es toda
de Dios y que Dios castiga severamente...

2:171. Los incrédulos son como cuando uno grita
al ganado, que no percibe más que una
llamada, un grito: son sordos, mudos, ciegos,
no razonan.

2: 177. La piedad no estriba en que volváis
vuestro rostro hacia el Oriente o hacia el
Occidente, sino en creer en Dios y en el último
Día, en los ángeles, en la Escritura y en los
profetas, en dar de la hacienda, por mucho
amor que se le tenga, a los parientes,
huérfanos, necesitados, viajero, mendigos y
esclavos, en hacer la azalá y dar el azaque, en
cumplir con los compromisos contraídos, en
ser pacientes en el infortunio, en la aflicción y
en tiempo de peligro. ¡Ésos son los hombres
sinceros, ésos los temerosos de Dios!

2:180. Se os ha prescrito que, cuando uno de
vosotros vea que va a morir dejando bienes,
haga testamento en favor de sus padres y
parientes más cercanos conforme al uso. Esto
constituye un deber para los temerosos de
Dios.

2:188. No os devoréis la hacienda injustamente
unos a otros. No sobornéis con ella a los
jueces para devorar una parte de la hacienda
ajena injusta y deliberadamente.

2:190. Dios no ama a los que se exceden.

2:204. Hay entre los hombres alguno cuya
manera de hablar sobre la vida de acá te
gusta, que toma a Dios por testigo de lo que su
corazón encierra. Es un fogoso discutidor.
2:205. Pero, apenas te vuelve la espalda, se
esfuerza por corromper en el país y destruir las
cosechas y el ganado. Dios no ama la
corrupción.

2:215. Te preguntan qué deben gastar. Di «Los
bienes que gastéis, que sean para los padres,
los parientes más cercanos, los huérfanos, los
necesitados y el viajero». Dios conoce
perfectamente el bien que hacéis.

2:216. Se os ha prescrito que combatáis, aunque
os disguste. Puede que os disguste algo que
os conviene y améis algo que no os conviene.
Dios sabe, mientras que vosotros no sabéis.

2:217. Tentar es más grave que matar.

2:219 Te preguntan qué deben
gastar. Di: «Lo superfluo». Así os explica Dios
las aleyas, Quizás, así, meditéis.

2: 224. Ser temerosos de Dios y reconciliar a los
hombres. Dios todo lo oye, todo lo sabe.

2:233 A nadie se le pedirá sino según sus
posibilidades. No se dañará a la madre por
razón de su hijo, ni al padre.

2:237 No os olvidéis
de mostraros generosos unos con otros. Dios
ve bien lo que hacéis.

2:245 ¿Quién será el que haga un préstamo generoso a Dios? Dios se lo devolverá multiplicado. Dios cierra y abre. Seréis devueltos a Él.

2:249 «¡Cuántas veces una tropa
reducida ha vencido a otra considerable con
permiso de Dios! Dios está con los que tienen
paciencia»

2:250 «¡Señor! ¡Infunde en nosotros paciencia, afirma nuestros pasos,

2:251 Si Dios no hubiera rechazado a unos hombres
valiéndose de otros, la tierra se habría ya
corrompido. Pero Dios dispensa Su favor a
todos.

2:254 ¡Creyentes! Dad limosna de lo que os
hemos proveído antes de que venga un día en
que no sirvan ni comercio ni amistad ni
intercesión.

2:256 . No cabe coacción en religión. La buena
dirección se distingue claramente del
descarrío.

2.257. Dios es el Amigo de los que creen, les
saca de las tinieblas a la luz.

2: 261. Quienes gastan su hacienda por Dios son
semejantes a un grano que produce siete
espigas, cada una de las cuales contiene cien
granos. Así dobla Dios a quien Él quiere. Dios
es inmenso, omnisciente.


2:262. Quienes gastan su hacienda por Dios sin
hacerlo seguir de alarde ni agravio tendrán su
recompensa junto a su Señor. No tienen que
temer y no estarán tristes

2:263. Una palabra cariñosa, un perdón valen
más que una limosna seguida de agravio. Dios
Se basta a Sí mismo, es benigno.

2:264. ¡Creyentes! No malogréis vuestras
limosnas alardeando de ellas o agraviando,
como quien gasta su hacienda para ser visto de los hombres,
sin creer en Dios ni en el último Día. 
Ese tal es semejante a una roca
cubierta de tierra. Cae sobre ella un aguacero y
la deja desnuda.

2:265. Quienes gastan su hacienda por deseo de
agradar a Dios y por su propio fortalecimiento
son semejantes a un jardín plantado en una
colina. Si cae sobre él un aguacero, da fruto
doble; si no cae, rocío. Dios ve bien lo que
hacéis.

2:267. ¡Creyentes! ¡Dad limosna de las cosas
buenas que habéis adquirido y de lo que, para
vosotros, hemos sacado de la tierra! Y no
elijáis lo malo para vuestras limosnas, como
tampoco vosotros lo tomaríais a menos que
tuvierais los ojos cerrados. Sabed que Dios Se
basta a Sí mismo, es digno de alabanza.

2:269. Concede la sabiduría a quien Él quiere. Y
quien recibe la sabiduría recibe mucho bien.
Pero no se dejan amonestar sino los dotados
de intelecto.

2:270. Sea cual sea la limosna que deis, sea cual
sea el voto que hagáis, Dios lo conoce. Y los
impíos no tendrán quien les auxilie.

2:271. Si dais limosna públicamente, es algo
excelente. Pero, si la dais ocultamente y a los
pobres, es mejor para vosotros y borrará en
parte vuestras malas obras. Dios está bien
informado de lo que hacéis.

2:272. No tienes tú por qué dirigirles sino que
Dios dirige a quien Él quiere. Lo que hagáis de
bien redundará en vuestro propio beneficio. Y
no lo hagáis si no es por deseo de agradar a
Dios. Lo que hagáis de bien os será devuelto y
no seréis tratados injustamente.

2:273. Para los pobres que están en la miseria
por haberse dedicado a la causa de Dios y que
no pueden desplazarse. El ignorante los cree
ricos porque se abstienen. Les reconocerás por
su aspecto. No piden a la gente
inoportunamente. Y lo que hacéis de bien, Dios
lo conoce perfectamente.

2:274. Los que gastan su hacienda de noche o
de día, en secreto o en público, tendrán su
recompensa junto a su Señor. No tienen que
temer y no estarán tristes.

2:275. Quienes usurean no se levantarán sino
como se levanta aquél a quien el Demonio ha
derribado con sólo tocarle, y eso por decir que
el comercio es como la usura, siendo así que
Dios ha autorizado el comercio y prohibido la
usura. Quien, exhortado por su Señor, renuncie
conservará lo que haya ganado. Su caso está
en manos de Dios. Los reincidentes, ésos
serán los condenados al Fuego y en él
permanecerán para siempre.

2:276. Dios hace que se malogre la usura, pero
hace fructificar la limosna. Dios no ama a nadie
que sea infiel pertinaz, pecador.

2:278. ¡Creyentes! ¡Temed a Dios! ¡Y renunciad
a los provechos pendientes de la usura, si es
que sois creyentes!

2:280. Si está en apuro, concededle un respiro
hasta que se alivie su situación. Y aún sería
mejor para vosotros que le condonarais la
deuda. Si supierais.

2:282. ¡Creyentes!. Si contraéis una deuda por
un plazo determinado, ponedlo por escrito. Que
un escribano tome fiel nota en vuestra
presencia, sin rehusarse a escribir como Dios
le dé a entender. Que escriba. Que el deudor
dicte en el temor de Dios, su Señor, y que no deduzca nada.

Que no os repugne subscribir una
deuda, sea pequeña o grande, precisando su
vencimiento.

Pero ¡tomad
testigos cuando os vendáis algo! ¡Y que no se
moleste al escribano ni al testigo..

2:283. Y si estáis de viaje y no encontráis
escribano, que se deposite una fianza. Si uno
confía un depósito a otro, debe el depositario
restituir el depósito en el temor de Dios, su
Señor.

2:286. Dios no pide nada a nadie más allá de sus
posibilidades. Lo que uno haya hecho
redundará en su propio bien o en su propio
mal.


jueves, 3 de julio de 2014

Aristóteles Apuntes de Sabiduría




  • El bien es el fin de todas las acciones del hombre.
  • Todas las artes, todas las indagaciones metódicas del espíritu, lo mismo que todos nuestros actos y todas nuestras determinaciones morales tienen, al parecer, siempre por mira algún bien que deseamos conseguir; por esta razón ha sido exactamente definido el bien cuando se ha dicho que es el objeto de todas nuestras aspiraciones.
  • Si los bienes mismos suscitan  tan gran diversidad de opiniones y tantos errores, es porque sucede con mucha frecuencia que los hombres solo sacan mal de tales bienes, y se ha visto a menudo perecer algunos a causa de sus riquezas.
  • Debe añadirse que la juventud, que solo escucha la voz de sus pasiones, en vano oiría tales lecciones, y ningún provecho sacarían de ellas
  • Por lo contrario, los que arreglan sus deseos y sus actos solamente según la razón pueden aprovechar mucho en el estudio de la Política.
  • El fin supremo del hombre es la felicidad.
  • Vivir bien, obrar bien es sinónimo de ser dichoso.
  • Pero en lo que se dividen las opiniones es sobre la naturaleza y esencia de la felicidad, y en este punto el vulgo está muy lejos de estar de acuerdo con los sabios. Unos la colocan en las cosas visibles y que resaltan a los ojos, como el placer, la riqueza, los honores; mientras que otros la colocan en otra parte.
  • Añadid a esto que la opinión de un mismo individuo varía muchas veces sobre este punto; enfermo, cree que la felicidad es la salud; pobre, que es la riqueza; o bien cuando uno tiene conciencia de su ignorancia, se limita a admirar a los que hablan de la felicidad en términos pomposos y trazan de ella una imagen superior a la que aquél se había formado.
  • Lo primero es poderse dirigir a sí mismo, sabiendo lo que se hace en vista del fin. También es bueno seguir el sabio consejo  de otro; pero no poder pensar y no escuchar a nadie es una acción propia de un tonto de todos abandonado.
  • Las naturalezas vulgares y groseras creen que la felicidad es el placer, y he aquí por qué solo aman la vida de los goces materiales.
  • Efectivamente, no hay más que tres géneros de vida que se puedan particularmente distinguir; la vida de que acabamos de hablar; después la vida política o pública; y, por último, la vida contemplativa e intelectual. La mayor parte de los hombres, si hemos de juzgarlos tales como se muestran, son verdaderos esclavos que escogen por gusto una vida propia de brutos, y lo que les da alguna razón y parece justificarles es que los más de los  que están en el Poder solo se aprovechan de éste para entregarse a excesos. Por el contrario, los espíritus distinguidos y verdaderamente activos ponen la felicidad en la gloria, porque es el fin más habitual de la vida política.
  • La virtud es evidentemente incompleta  cuando es sola, porque no sería imposible que la vida de un hombre lleno de virtudes fuese un largo sueño y una perpetua inacción.
  • En cuanto a la vida que sólo tiene por fin el enriquecerse es una especie de violencia y de lucha continuas.
  • Añadamos que el bien puede presentarse bajo tantas acepciones diversas como el ser mismo, y así, el bien en la categoría de la sustancia es Dios y la inteligencia; en la categoría de la cualidad es la virtud; en la de la cantidad es la medida; en la de la relación es lo útil, en la del tiempo es la ocasión; y en la de lugar es la posición regular.
  • Entendemos como independencia aquello que, considerado aisladamente basta para hacer la vida aceptable, sin que tenga necesidad  de ninguna otra cosa; y esto es precisamente, lo que en nuestra opinión constituye la felicidad.
  • Por consiguiente, la felicidad es ciertamente una cosa definitiva, perfecta, y que se basta a sí misma, puesto que es el fin de todos los actos posibles del hombre.
  • El medio más seguro de alcanzar esta  completa noción es saber cuál es la obra propia del hombre. Así como para el músico, para el estatuario, para todo artista y, en general, para todos los que producen alguna obra y funcionan de una manera cualquiera, el bien y la perfección están, al parecer, en la obra especial que realizan; en igual forma, el hombre debe encontrar el bien en su obra propia, si es que hay una obra especial que el hombre deba realizar.
  • De igual modo en todos los casos, sin excepción, se añade siempre a la idea simple de la obra la idea de la perfección suprema que esta obra puede alcanzar; por ejemplo, si la obra del músico consiste en componer música, la obra del buen músico consistirá en componerla buena. Si todo esto es exacto, podemos admitir que la obra propia del hombre, en general, es una vida de cierto género, y que esta vida particular es la actividad del alma y una continuidad de acciones a que acompaña la razón; y podemos admitir que en el hombre bien desarrollado todas estas acciones se realizan bien y regularmente.
  • Añádase tambien que estas condiciones deben ser realizadas durante una vida entera y completa, porque una sola golondrina no hace verano, como no lo hace un solo día hermoso, y no puede decirse tampoco que un solo día de felicidad, ni una temporada, baste para hacer a un hombre dichoso y afortunado.
  • También hemos dicho con razón que ciertas aplicaciones de nuestras facultades y ciertos actos son el verdadero fin de la vida; porque entonces este fin se pone en los bienes del alma y no en los bienes exteriores. Lo que confirma nuestra definición  es que se confunde ordinariamente al hombre feliz con el que se conduce bien y logra sus propósitos; y lo que entonces se llama felicidad es una especie de fortuna y de honradez.
  • Si los placeres del vulgo son tan diferentes y tan opuestos entre si es porqué no son, por su naturaleza, verdaderos placeres. Las almas cultas que aman lo bello, solo gustan de los placeres que por su naturaleza son placeres verdaderos, y lo son tales todas las acciones conformes a la virtud.
  • Lo justo es lo mas bello; la salud, lo mejor; obtener lo que se ama es lo más dulce para el corazón.
  • Sin embargo, parece que la felicidad no puede ser completa sin los bienes exteriores según hemos hecho ya observar. Es imposible, o por lo menos no es fácil, hacer el bien cuando uno está privado de todo, puesto que para una multitud de cosas son instrumentos indispensables los amigos, la riqueza, la influencia política.
  • Hay también otras cosas, cuya privación altera la felicidad de los hombres que de ellas carecen; la nobleza, una familia feliz, la belleza. No puede decirse que sea feliz un hombre cuando es de una deformidad repugnante, pertenece a una mala familia o se encuentra aislado y sin hijos; y menos aún puede decirse que sea feliz el que tiene hijos o amigos completamente perversos.
  • La felicidad no es un efecto del azar; es a la vez un don de los dioses y el resultado de nuestros esfuerzos.
  • La misma regla se aplica a todas las artes, a todas las causas, y sobre todo a la causa más perfecta, porque sería un absurdo inconcebible imaginar que lo más grande y lo más bello que hay en el mundo esté entregado al azar.
  • Acaecen en el curso de la vida muchas vicisitudes y cambios diversos, y puede suceder que después de mucho tiempo de prosperidad ocurran a uno en la ancianidad grandes desgracias, como cuenta la fábula de Príamo en los poemas heroicos; y nadie puede llamar dichoso al hombre que tuvo tan gran fortuna y que concluyó tan miserablemente.
  • El que dotado de una virtud sin tacha es, si así puede decirse, cuadrado por su base, sabrá resignarse siempre con dignidad a todas las pruebas.
  • Pero en medio de estas pruebas mismas la virtud brilla con todo su resplandor cuando un hombre con ánimo sereno soporta grandes y numerosos infortunios, no por insensibilidad, sino por generosidad y grandeza del alma.
  • A nuestro parecer, el hombre verdaderamente sabio, el hombre verdaderamente virtuoso, sabe sufrir todos los azares de la fortuna sin perder nada de su dignidad; sabe sacar siempre de las circunstancias el mejor partido posible.
  • El hombre de bien, nunca será desgraciado, aunque no será dichoso, lo confieso, si por acaso caen sobre él desgracias iguales a las de Príamo. Pero, por lo menos, siempre resulta que no es un hombre de mil colores, ni cambia de un instante a otro. No se le arrancará fácilmente su felicidad; no bastarán para hacérsela perder infortunios ordinarios, sino que será preciso, para esto, que recaigan sobre él los más grandes y repetidos desastres. Recíprocamente, cuando salga de semejantes pruebas, no recobrará su dicha en poco tiempo y de repente, después de haberlas sufrido, sino que, si vuelve a ser dichoso será después de un largo y debido intervalo, durante el cual habrá podido gozar sucesivamente  grandes y brillantes prosperidades.
  • Sostener que la suerte de nuestros hijos y de nuestros amigos no puede influir ni poco ni mucho en nuestra felicidad es una teoría excesivamente austera y que además, tiene el inconveniente de ser contraria a las opiniones recibidas.
  • Las pasiones de los intemperantes se dirigen siempre en sentido opuesto al que pide su razón.
  • La felicidad no merece nuestras alabanzas: merecería más bien nuestro respeto. 
  • La virtud parecer ser, antes que nada, el objeto de los trabajos del verdadero político, puesto que lo que éste quiere es hacer a los ciudadanos virtuosos y obedientes a las leyes.
  • Con las virtudes sucede lo que con las artes, no las aprendemos sino practicándolas; y así , uno se hace arquitecto construyendo; se hace músico componiendo música. De igual modo se hace uno justo practicando la justicia; sabio cultivando la sabiduría; valiente, ejercitando el valor.
  • A causa de nuestra conducta en las circunstancias peligrosas, o incómodas, y después que contraemos en ellas hábitos de flojedad  o de firmeza, nos hacemos unos valientes, otros cobardes.
  • Un tratado de moral no debe ser una pura teoría, sino ante todo, un tratado práctico.
  • Es un principio comúnmente admitido que es preciso obrar conforme a la recta razón.
  • Por el contrario, conviene decir que las cosas del orden de las que nos ocupamos corren el riesgo de ver  comprometida su existencia a causa de todo exceso, sea en un sentido, sea en otro; y para servirnos de ejemplos visibles, mediante los cuales pueden hacerse comprender bien cosas oscuras y ocultas, veámoslo con respecto a la fuerza del cuerpo y a la salud. La violencia desmedida de los ejercicios o la falta de ejercicio destruyen igualmente la fuerza. Lo mismo sucede respecto al comer y beber: los alimentos en grande o en pequeña cantidad  destruyen la salud mientras que, por lo contrario, tomados en debida proporción, la dan, la sostienen o la aumentan. Lo mismo, absolutamente, sucede con la templanza, el valor y todas las demás virtudes. El hombre que a todo teme, que huye y que no sabe soportar ninguna contrariedad es un cobarde; el que no teme nunca nada y arrostra todos los peligros, es un temerario. En igual forma, el que goza de todos los placeres y no se priva de ninguno, es intemperante; y el que huye de todos sin excepción, como los salvajes que habitan en los campos, es, en cierta manera un ser insensible. Y esto es así porqué la templanza y el valor se pierden igualmente por exceso que por defecto, y no subsisten sino mediante la moderación.
  • He aquí por qué desde la primera infancia, como dice muy bien Platón, es preciso que se nos conduzca de manera que coloquemos nuestros goces y nuestros dolores en las cosas que convenga colocarlas, y en esto es lo que consiste una buena educación.
  • He aquí cómo han podido definirse las virtudes: estados del alma, en que el alma misma se encuentra extraña a toda afección y en un completo reposo.
  • Hay tres cosas que se deben buscar; hay igualmente tres de que debemos huir; debe buscarse el bien, lo útil, lo agradable; debe huirse  de sus tres contrarios: el mal, lo dañoso y lo desagradable.
  • Razón ha habido, pues, para decir que se hace justo el hombre ejecutando acciones justas, templado ejecutando acciones de templanza, y que si no se  practican actos de este género es imposible que nadie llegue nunca a ser virtuoso.
  • En la pasión de la cólera, si la sentimos, demasiado viva o demasiado muerta, es una disposición mala; si la sentimos en la debida proporción, es una disposición que se tiene por buena. La misma observación se puede hacer respecto a todas las demás pasiones.
  • El medio, cuando se trata de una cosa, es el punto que se encuentra a igual distancia de las dos extremidades, el cual es uno y el mismo en todos los casos. Pero cuando se trata del hombre, cuando se trata de nosotros, el medio es lo que no peca, ni por exceso, no por defecto; y esta medida igual está muy distante de ser una ni la misma para todos los hombres.
  • Todo hombre instruido y racional se esforzará en evitar los excesos de todo género, sean en más, sean en menos; sólo debe buscar el justo medio y preferirle a los extremos.
  • Gracias a esta prudente moderación, toda ciencia llena perfectamente su objeto propio, no perdiendo jamás de vista este medio y reduciendo todas sus obras a este punto único. He aquí por qué se dice muchas veces  cuando se habla de las obras bien hechas y se las quiere alabar que nada se les puede añadir ni quitar; como dando a entender que, así como el exceso y el defecto destruirían la perfección, solo el justo medio puede asegurarla.
  • Con los actos sucede absolutamente lo mismo que con las pasiones: pueden pecar por exceso o por defecto, o encontrar un justo medio.
  • El medio es digno solamente de alabanza, mientras que los extremos no son buenos ni laudables, y no merecen sino nuestra censura.
  • El hombre imparcial y animado de cierto coraje se aflige y se indigna ante el espectáculo de una prosperidad no merecida. El envidioso que, por exceso, traspasa esta imparcialidad, se aflige de todos los bienes que adquieren los demás hombres.
  • El encolerizarse está al alcance de todo el mundo, y es cosa tan fácil como derramar dinero y hacer gastos con profusión. Pero comparativamente hay que saber a quien conviene darlo, hasta que cantidad, en qué momento, por qué causa, de qué manera, este es un mérito que no contraen todos y que es difícil de poseer. Y he aquí por qué el bien es a un tiempo una cosa rara, laudable y bella.
  • Dirige tu nave tan lejos como puedas de estos escollos y de este humo.
  • Como es muy difícil encontrar este apetecido medio, es preciso, como ya se ha dicho, mudar el procedimiento, y entre los males tomar el menor.
  • Es obra difícil determinar de antemano con precisión cómo, contra quién, por qué motivos, por cuanto tiempo conviene encolerizarse, porque tan pronto debemos alabar a los que se abstienen de hacerlo, de los cuales decimos que están llenos de dulzura, como no alabamos menos a los que se encolerizan, y en los que encontramos una varonil firmeza. 
  • Es cierto que el que se separa muy poco del bien no se expone a censuras, sea que se separe en más, o que se separe en menos; mientras que el que se aleja más no puede librarse de la crítica por una falta que todo el mundo ve.
  • En los casos ordinarios nadie que tenga buen sentido arroja al agua los bienes que posee, pero no hay hombre sensato que no esté dispuesto a hacerlo si es una condición precisa para salvarse él o salvar a los demás.
  • Algunas veces es difícil discernir cual de los dos caminos conviene escoger y cual de los dos males se debe soportar  prefiriéndolo al otro. Es más difícil aún mantenerse firmemente en el que se ha debido preferir, porque las más de las veces las cosas que se prevén  son penosas y tristes, y las que la coacción nos impone son vergonzosas.
  • ¿No hay ciertos casos en que es preciso saber montar en cólera? ¿No hay ciertas cosas que conviene desear, como la salud y la ciencia? Las cosas realmente involuntarias son penosas; por el contrario, las que se desean son siempre agradables.
  • El hombre templado obra con intención, con una preferencia reflexiva; no obra por el impulso de sus deseos.
  • La deliberación se aplica especialmente a las cosas que, estando sometidas a reglas ordinarias son, sin embargo, oscuras en su desenlace particular, y respecto de las cuales nada se puede precisar de antemano. Estas son las cosas  para las que, cuando son importantes, llamamos en nuestro auxilio consejeros más ilustrados que nosotros, porque desconfiamos de nuestro solo discernimiento y de nuestra insuficiencia en los casos dudosos.
  • El hombre virtuoso sabe siempre juzgar las cosas como es debido y conoce la verdad  respecto de cada una de ellas; porque según son las disposiciones morales del hombre, así las cosas varían, y las hay especialmente bellas y agradables para cada uno. Quizás la gran superioridad del hombre virtuoso consiste en ver la verdad  en todas las cosas, porque él es como su regla y medida, mientras que para el vulgo el error, en general, procede del placer, el cual parece ser el bien, sin serlo realmente. El vulgo escoge el placer, que toma por el bien, y huye del dolor, que toma por el mal. 
  • Si ejecutar un acto, que es bueno, depende de nosotros, de nosotros dependerá también no ejecutar un acto que es vergonzoso.
  • Depende del individuo salir de su ignorancia, poniendo de su parte los medios necesarios para cumplir con su deber. Quizás se objetará que hay hombres que por su naturaleza son incapaces de hacer lo preciso para salir de este estado, pero se puede responder que la causa de esta degradación ha nacido de los individuos mismos y como consecuencia de los desórdenes de su vida. Si son culpables y si han perdido el dominio de los mismos, suya es la culpa, por haber los unos cometido malas acciones, y pasado los otros el tiempo en medio de los placeres de la mesa y de excesos vergonzosos.
  • Los actos repetidos de cualquier genero que sean, imprimen a los hombres un carácter que corresponde a estos actos, lo cual puede verse evidentemente por el ejemplo de todos los que se dedican a cualquier ejercicio o trabajo, pues llegan a poder consagrarse a ello constantemente. No saber que en todas las materias los hábitos y las cualidades se adquieren mediante la continuidad de actos, es un error grosero, propio de un hombre que no conoce ni siente absolutamente nada.
  • Con deliberada voluntad, si bien se mira, es como quien  ha caído en la enfermedad, por haber vivido entregado a una vida de exceso y rehusado oír el dictamen de los médicos; y si hubo un tiempo en que le fue posible evitar la enfermedad, avanzada ésta, no le es ya permitido librarse de las consecuencias. Es lo mismo que cuando se lanza una piedra, que no es posible detenerla después de desprendida de la mano y, sin embargo, de nosotros dependía solamente lanzarla o no lanzarla, porque el movimiento inicial estaba a nuestra disposición. Lo propio sucede con el hombre malo y corrupto; de él dependía en un principio no ser lo que ha llegado a ser, y por consiguiente, se ha hecho hombre pervertido por su libre voluntad; y una vez llegado a este punto no le ha sido posible dejar de serlo.

martes, 1 de julio de 2014

Sentencias de Sabiduría del Talmud




El Talmud o Ley Oral del pueblo de Israel es el recipiente que contiene toda su historia y leyenda, pero también toda su sabiduría y filosofía, fue completado hace unos 1500 años. El Talmud lo componen la Mishna que es la tradición oral, Mishná en hebreo significa repetición y es la parte esencial del texto, se basa en las enseñanzas y tradiciones desde Moisés hasta Rabi Yehuda HaNasi y la Gemará que significa finalización es un compendio de análisis y comentarios rabínicos que juntas completan el Talmud. El Talmud está considerado como un texto vivo que desafía la fibra intelectual de sus estudiantes. En la Edad Media, el Talmud fue quemado, prohibido, otras veces censurado. Considerado como la columna vertebral de la cultura hebrea se pensó que al destruirlo la tradición desaparecería. Evidentemente no solo estas intenciones no tuvieron el efecto deseado sino que ha llegado a nuestros días fortalecido como herramienta de estudio en las escuelas judías de todo el mundo.
De estas referencias han sido extraídas las sentencias de sabiduría que a continuación se exponen y que forman un pequeño manual de ayuda para afrontar algunas de las situaciones que nos plantean la vida y nuestras relaciones a diario.

Sentencias de Sabiduría extraídas del Talmud

  • Juzgaté por tus actos, no por tus palabras.
  • Cuantos menos méritos tenga una persona, mas necesidad tendrá de proclamarlos a los cuatro vientos.
  • Quién me pide más de lo que yo mismo puedo ofrecer, merece ser rechazado.
  • Cuidado con las apariencias, nada es lo que parece.
  • Aunque del castillo solo queden las ruinas, se sigue llamando castillo. Por mucha altura que alcance un estercolero, nunca dejará de ser lo que es.
  • Aquel que depende de la mesa de otro vive en un mundo de oscuridad.
  • El hombre se debe oponer tanto a recibir limosna como a ser una carga para los demás.
  • El hombre que vive a costa de los demás, ya sea de su padre, o su madre, o de sus hijos, no consigue nunca llegar a sentir la satisfacción que le procuraría su propio esfuerzo.
  • Vive placenteramente disfrutando mientras vivas de la riqueza que poseas, ya que si lo piensas bien: ¿Cuanto te va a durar? La vida es breve y la muerte segura. ¡Que mas te da a ti que tus herederos reciban un poco menos o un poco más! Ni siquiera sabes como lo van a valorar ellos, ni si van a hacer buen uso o van a despilfarrar esa fortuna.
  • Enseña a tu lengua a decir: “No sé”.
  • Que se guarden tus labios de pronunciar una palabra impropia.
  • Antes que avergonzar a alguien públicamente, mejor ser lanzado a las llamas.
  • Evitad los conflictos con vuestro vecino.
  • Sobre la lengua, cuando se emplea para algo bueno no hay nada mejor y cuando se emplea para algo malo, no hay nada peor.
  • Al hombre se le conocen por sus frutos y por sus acciones.
  • Al que alberga celos en el corazón se le pudren los huesos.
  • Escucha a sesenta consejeros, pero que tu propia convicción sea tu guía.
  • Acostúmbrate a recibir a todo el mundo con un semblante agradable
  • El hombre ve todos los defectos menos los propios.
  • No acuses a los demás de tus propios fallos.
  • El que echa la culpa a los demás está lleno de culpa, y el fallo que critica en los demás se puede ver en él mismo.
  • No te cargues con peso mayor del que puedas soportar.
  • Si se te atribuye alguna culpabilidad, sé el primero en declararla.
  • Vete a dormir sin cenar con tal de levantarte sin deudas.
  • La dignidad no consiste en vestirse de seda.
  • Es rico quien disfruta de lo que posee.
  • La riqueza puede resultar como aguas acumuladas en una casa, las cuales al no hallar una salida, acaban ahogando al amo.
  • La fortuna de este mundo es como una noria con dos cubos: el lleno se vacía y el vacío se llena.
  • Un anciano en casa es una molestia. Una anciana en casa es un tesoro.
  • Un precepto con ejemplo genera ejemplo.
  • Observa tus propios actos para que tu comportamiento pueda constituir un ejemplo para el prójimo durante toda la vida.
  • Primero corrígete a ti mismo y luego a los demás.
  • El entrometido mete la cuchara en todos los pucheros.
  • El envidioso frunce el ceño cuando su vecino está alegre
  • El que busca la fama la suele perder.
  • Quien se finja enfermo para despertar la compasión en los demás acabará padeciendo lo que finje.
  • El habla es el mensajero del corazón.
  • Si enfurecido con una mano apartas de ti a tu esposa o a un hijo, que la otra mano los haga regresar a tu corazón.
  • Encontrar las parejas perfectas para un matrimonio es tan difícil como lo fue separar las aguas del Mar Rojo.
  • Todo está predestinado desde el Cielo. Todo está predeterminado por la divina providencia pero al hombre se le da libertad de elección.
  • Regula tu voluntad de acuerdo con la voluntad de Dios, y somete tu voluntad a la Suya.
  • Dudo si opino.
  • Al hombre se le suele guiar en la dirección hacia la que se siente inclinado.
  • Dios creó al hombre en la pureza y le ha dejado con su libre albedrío para que avance por el sendero de lo correcto o por el del mal. Mira ante ti ha puesto el fuego y el agua. El fuego que arde y el agua que le apaga. Tu puedes estirar la mano y escoger.
  • No compres objetos robados.
  • El israelita tiene prohibido engañar incluso a un idólatra.
  • La corona mas valiosa es una buena reputación.
  • El camino correcto que debe escoger el hombre es hacer aquello que, a sus ojos resulte honrado (es decir que lo apruebe su razón y su conciencia) y que al mismo tiempo sea honrado a los ojos de los demás.
  • El honrado es incluso mas grande en la muerte que en la vida.
  • Cuando el honrado muere, vive, ya que permanece vivo su ejemplo.
  • El hombre honrado promete poco y hace mucho.
  • Que tu hogar tenga las puertas tan abiertas como las de un refugio, y que los pobres sean acogidos entre sus paredes con cordialidad.
  • A quien corre tras la grandeza, la grandeza le rehuye. A quien rehuye la grandeza, la grandeza le persigue.
  • No desdeñes los pequeños favores.
  • No tires piedras al pozo del que bebes.
  • Haz todo lo que puedas, sea mucho o poco, pero que tu intención sea siempre buena.
  • No juzgues a tu vecino hasta que te encuentres en su misma situación.
  • No juzgues mal ni a tu hermano de fe ni al que sea de una fe distinta.
  • La juventud es una corona de rosas. La vejez es una corona de romero.
  • Sobre el linaje. El que no posee nobleza interior no posee nada, aunque sea de alta alcurnia.
  • El recuerdo de una injusticia que se me haya hecho durante el día, nunca me ha acompañado a la cama por la noche.
  • Al que controla su mal genio se le perdonarán todos los pecados.
  • Todos los excesos son malos.
  • El caballo al que se le da avena con demasiada frecuencia se vuelve rebelde.
  • Come y bebe para vivir. No vivas para comer y beber porque eso es lo que hacen las bestias.
  • No hables mal de los que ya no están. Recuerda que su alma permanece viva, aunque el cuerpo se haya muerto.
  • ¿Hay algo mas dulce que la dulzura? La paz después de la enemistad.
  • Siembra la paz en casa y esparce sus frutos en el exterior.
  • Cuando dos hombres discuten, el que calla primero es el mejor.
  • Mantente siempre suave y flexible como el junco, en vez de duro y rígido como el cedro.
  • Quienes no ofenden cuando son ofendidos, ni toman represalias cuando oyen comentarios despectivos, son los amigos de Dios que resplandecerán como el sol en toda su gloria.
  • Desarma la ira mediante una respuesta delicada. Que abunde la paz entre tú y tu hermano, tu familia y todo el mundo, incluso con el gentil de la calle, de tal forma que se te quiera arriba y se te aprecie abajo.
  • Cuanto mas sabio sea el hombre, mas cuidado debe tener con su conducta.
  • Si has iniciado una buena acción, no la dejes sin acabar.
  • Que tu corazón de preocupaciones no se llene, pues la preocupación muchas víctimas tiene.
  • Bendito sea el que soporta las pruebas. Cada cual tiene las suyas.
  • El dar y aceptar las excusas es muestra de buen temperamento.
  • Tres son las cosas que permiten conocer a un hombre: su conducta en asuntos de dinero, sus modales en la mesa y su comportamiento cuando está enfadado.
  • Quien no pueda soportar un solo reproche tendrá que escuchar muchos.
  • Anciano (es decir el que merece ser venerado) es solo aquél que ha acumulado sabiduría.
  • La cultura en una mujer vale más que el oro.
  • Si el hombre no sale en busca de la sabiduría, la sabiduría no vendrá a buscarle.
  • Repite, repite” esta es la mejor medicina para la memoria.
  • El que instruye a un niño es como si le hubiera dado vida.
  • No demuestres ser sabio sólo con tus palabras sino también con tus acciones, porqué la sabiduría de los hechos será necesaria en el mundo venidero, mientras que la sabiduría de las palabras se queda en tierra.
  • Quien adquiere conocimientos y no se los imparte a otros es como un mirto en el desierto, donde nadie puede disfrutar de él.
  • Sigue a los sabios.
  • Al maestro se le debe reverenciar más que al padre. Mientras que éste solo te trajo al mundo, aquél te indica el camino hacia el siguiente. Pero bienaventurado es el hijo que ha aprendido de su padre, porqué le podrá reverenciar como padre y como maestro; y bienaventurado es el padre que ha instruido a su hijo.
  • ¿Quién es rico? Quien se siente satisfecho con su suerte.
  • Quien alquila un jardín, comerá pájaros. A quien alquila muchos jardines se le comerán los pájaros.
  • No tengas ambición por las mesas de los reyes, porque tu mesa es mejor que la suya y tu corona es superior a la suya; y el Maestro que te da empleo recompensará fielmente tu esfuerzo.
  • No reveles tu secreto a los monos.
  • Tu secreto es tu esclavo. Si lo sueltas, tú te conviertes en su esclavo.
  • Si una palabra, dicha en el momento apropiado, vale una moneda, el silencio, en su momento, vale ciertamente dos.
  • Cuatro tipos de temperamento:
  • Saltar a la menor provocación y calmarse fácilmente es neutralizar una mala característica con otra buena;
  • Tardar en perder los estribos pero tardar también en calmarse es neutralizar una buena característica con otra mala.
  • Tardar en perder los estribos y calmarse fácilmente es el temperamento de un santo.
  • Saltar a la menor provocación y tardar en calmarse es el temperamento de un hombre perverso.
  • Ayuda al anciano independientemente de su religión. Respeta al erudito independientemente de su edad.
  • Quien se ayuda a si mismo recibirá la ayuda de Dios.
  • Quien no enseña a su hijo ningún oficio es como si le enseñara a robar.
  • Quien se gana el sustento con su propio esfuerzo es tan ilustre como el que teme a Dios.
  • Bienaventurado el hijo que ve que sus padres se dedican a un oficio honesto. Pobre del niño que se sonroja ante el oficio deshonesto de éstos.
  • Usa hoy mismo el mejor jarrón que tengas. Tal vez mañana esté roto.
  • La amargura y el remordimiento son los hijos de la venganza.
  • Quien favorece la venganza destruye su propio hogar.
  • El mentiroso es peor que el ladrón.
  • La verdad pesa. Por ello son pocos los que la pueden llevar a cuestas.
  • El castigo del mentiroso es que, cuando dice la verdad, nadie le cree.
  • Cuando entra el vino se escapa el secreto.
  • Cuando Satán no puede presentarse en persona, envía al vino como mensajero.
  • No abandones nunca a un viejo amigo.
  • Tus actos son tus propios amigos o enemigos.
  • Algunos son viejos en su juventud y otros jóvenes en su vejez
. . . .